Aurelia Masanet (Alcoi, 1955), lleva más de 40 años
creando. Desde su primera exposición individual en 1975 hasta la actualidad, Aurelia no ha dejado de inventar nuevos lenguajes para una misma inquietud. Con la lejanía que da el tiempo, la vista
recorrida a través de sus obras descubre a una artista impecablemente coherente. Pero siempre en camino.
Lejanos los comienzos en los que el textil era su único lenguaje; años ochenta y noventa dedicados a unas
técnicas en las que la artista se convirtió en pionera y maestra. Trabajaba con los hilos moldeando volúmenes textiles en una vertiente creativa y absolutamente personal que con el tiempo se ha
volcado en el mestizaje de lenguajes y la fusión de soportes, de expresiones y de géneros artísticos. Fibra a fibra y nudo a nudo, los materiales se fueron trasmutándose en formas y en
espacio.
Ya se habían introducido tímidamente retazos de pintura y con ello, la posibilidad veraz y cada vez más creíble
de conjugar la pintura con el hacer textil. Llegaron sus lienzos y la explosión de la pintura desencadenó una fuerza expansiva que liberó formas y colores, sorprendiendo a la misma artista
iniciadora de un proceso calculado y frío.
Finales de los noventa y primeros dos mil. Sus lienzos eran creados pero al mismo tiempo descreados y
recreados. Hacer y deshacer.Y mientras tanto el color, inundándolo todo. Cada vez pinceladas más sueltas, más atrevidas, más veraces: los pigmentos y el látex se alían para conformar colores
infinitos debajo de los cuales existen otros. El garabato se adueña del lienzo, se agita y se violenta para dar paso a una maraña espléndida donde el dibujo se enreda sobre sí mismo en pleno
DIÁLOGO con la PINTURA. Aurelia se expande y certifica.
Cuando ese diálogo con la pintura se convierte en CONVERSACIÓN surgen algunas de
sus pinturas más hermosas. Estamos cercanos ya en el tiempo: son los dos miles y poco. La artista se asoma a la naturaleza y descubre paisajes imposibles: geografías de grandes mesetas y puntos
de fuga extraños. Vastas extensiones de campos sembrados de trigo verde o mares rojos de un sur imaginario.Paisajes recortados, siluetas desdibujadas de ciudades derruidas, abatidas y lejanas,
apenas reales, apenas deliradas. Paisajes vegetales sorprendidos. Aurelia ha elegido los formatos cuadrados en los que componer, con apenas pintura, esos ligeros paisajes dormidos en el aire;
abriendo un eco débil que vive lentamente. Grandes manchas de color y unos trazos seguros, enérgicos rápidos y sabidos. Paisajes esenciales que desprenden una profunda melancolía. Paisajes
detenidos en un tiempo inexistente.
La pasión se apacigua y una calma enredada conduce el gesto hasta hacerse de nuevo caligrafía. Aurelia estudió
todos los trazos de la escritura, la forma de las palabras y la tinta con la que pintarlas. Palabras soñadas. Y el color. Siempre todos y después, fríamente elegantes; diálogos fructíferos de
matices detenidos, sorprendidos en un momento audaz. Con estas nuevas obras emprende una aventura en primera persona, tan asumida como olvidada. Un olvido profundo que convierte las cosas en
naturales. El soporte se convierte en parte de la obra, tan importante como lo creado en ella. Lienzos rigurosamente blancos, maderas estampadas, papeles acariciados para elegirlos. La sencillez
y claridad de los trazos y la fuerza de las imágenes recreadas en rojo y negro convierten su última serie en un conjunto íntimo pero radical.
Ondas, olas, entrelazados, espirales. Tirabuzones incansables que escriben el texto completo de su vida.
Rosa Castells.